Tomé la botella de tequila con una sola intención, que el alcohol drenara mis sentimientos. Tenía las sensaciones a flor de piel, y comencé rápido con más tequila que refresco. Tuvo el efecto que esperaba a corto plazo, olvidé momentáneamente mis problemas existenciales para experimentar una alegría interna que me hizo valiente para servirme el siguiente vaso.
Era de madrugada y hacía un frío molesto pero mi cuerpo empezaba a experimentar mucho más el tequila que el refresco. Me sentía tan aclimatado que decidí tomarme otro y evitar que se fuera la relajante sensación. Sin embargo esta vez ya no fue tranquilizante, sentí como el tequila me quemaba la garganta, y todo su recorrido hasta el estómago donde sentía consumarse el ardor.
Fuego, eso sentía en mis entrañas, que más podía hacer que tomarme una bebida de tequila más y apagarlo. No fue la mejor sulución pero empezaba a dejar de pensar racionalmente. Por lo menos ya estaba muy lejos de lo que me llevó a servirme el primer trago. La excusa para seguir tomando ese exquisito néctar ya no la tenía, por lo que tuve que inventarme alguna. No me movería de ahí hasta que se terminara la botella.
Las horas pasaron de presente a pasado, y la botella de tequila de medio llena a medio vacía. Me sentía exaltado y apacible al mismo tiempo, triste y feliz en la misma oración, amado y odiado en el mismo lugar, recordado y olvidado en el mismo pensamiento. Pensaba si mi cuerpo y alma ya habían tenido suficiente tormento, pero aquellas botellas de cristal y plástico vacías y un charco de agua entre una bolsa me dieron la respuesta. Era hora de dejar que el alcohol me llevara a dormir con ausencia de sueños.
La cabeza me daba vueltas terriblemente, fue dificil poder detenerme en un solo lugar y descansar. Bajé un pié de la cama e hize tierra, quedé dormido tan rápido que creí estar muerto bajo tierra. Por primera vez en mucho tiempo no dormí pensando en ella, no porque no quisiera sino que el tequila no me dio la más mínima oportunidad.
Era de madrugada y hacía un frío molesto pero mi cuerpo empezaba a experimentar mucho más el tequila que el refresco. Me sentía tan aclimatado que decidí tomarme otro y evitar que se fuera la relajante sensación. Sin embargo esta vez ya no fue tranquilizante, sentí como el tequila me quemaba la garganta, y todo su recorrido hasta el estómago donde sentía consumarse el ardor.
Fuego, eso sentía en mis entrañas, que más podía hacer que tomarme una bebida de tequila más y apagarlo. No fue la mejor sulución pero empezaba a dejar de pensar racionalmente. Por lo menos ya estaba muy lejos de lo que me llevó a servirme el primer trago. La excusa para seguir tomando ese exquisito néctar ya no la tenía, por lo que tuve que inventarme alguna. No me movería de ahí hasta que se terminara la botella.
Las horas pasaron de presente a pasado, y la botella de tequila de medio llena a medio vacía. Me sentía exaltado y apacible al mismo tiempo, triste y feliz en la misma oración, amado y odiado en el mismo lugar, recordado y olvidado en el mismo pensamiento. Pensaba si mi cuerpo y alma ya habían tenido suficiente tormento, pero aquellas botellas de cristal y plástico vacías y un charco de agua entre una bolsa me dieron la respuesta. Era hora de dejar que el alcohol me llevara a dormir con ausencia de sueños.
La cabeza me daba vueltas terriblemente, fue dificil poder detenerme en un solo lugar y descansar. Bajé un pié de la cama e hize tierra, quedé dormido tan rápido que creí estar muerto bajo tierra. Por primera vez en mucho tiempo no dormí pensando en ella, no porque no quisiera sino que el tequila no me dio la más mínima oportunidad.
3 comentarios:
Hola, tengo un blog sobre televisión, os dejo mi dirección
www.lamoscadelatele.blogspot.com
Entrad por favor!!!!!
Muchas gracias, un saludo
ahhhhhhhhh me encanta el tequila!!
me lo antojaste con tu post...
salu2
leticia:
Arg ... odio el Spam ¬¬
blanche:
Pues vamonos a degustarlo, ;) .... Salud !!!
Buen dia!
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