Es increible lo poderoso que puede ser un simple olor. Frente a una lluvia interminable, tomando un café en un ruidoso restaurante, caminando frente a un montón de casas a la hora de la comida. Son olores que nos hacen viajar a lugares inimaginables, al pasado, a un instante o a espacios temporales inexistentes, por lo menos para todos los demás. Pero sobre todos los olores, hay uno que sobresale entre todos ellos. Es el olor de una mujer. La combinación de su perfume barato con su loción de mil pesos aclamada en París, el sudor de sus quehaceres diarios, el shampoo que lava sus cabellos, la crema que acaricia su piel y otros tantos factores que podrían ser tanto íntimos como de mal gusto para muchos pero no para mi.
Recuerdo el día que más amé, odié y amé un olor al mismo tiempo. Estaba de vacaciones compartiendo una casa temporal con un grupo de amigos y no sólo compartiamos las camas y los platos, también el baño. El baño es uno de los lugares donde más combinación de olores hay en una casa, podría ser solamente superado por la cocina. Pues resulta que entre esas amistades se encontraba uno de mis amores, de aquellos que uno sufre eternamente y no hay cura conocida, cuando mucho se logran calmar los malestares, pero con el tiempo regresan. Nos preparabamos para salir a conquistar la noche, bañandonos uno tras otro.
Gané el baño justo cuando ella salía fresca y radiante. El vapor del agua caliente todavia se encontraba en el ambiente, me abrió los poros de la nariz como una buena salsa picate lo hace. Me vi inundado en su olor, era imposible escapar de ahi, era demasiado tarde. Fue el baño más placentero que he tenido en mi vida, estaba drogado y cada que respiraba era como darle otra dosis a mi cuerpo. Mientras volaba por las nubes y llegaba a las puertas del cielo me di cuenta que asi debían oler los ángeles, era el olor perfecto.
Salí del baño, me terminé de arreglar y salimos todos a dejar huella en los antros locales. Dentro del antro donde tantísimos olores se reunuen olvidé el incidente del baño pronto y me dejé espacio para pensar en tomar alcohol solamente, mientras me desinhibía y me divertía voltee a mi alrededor para ver qué tanta suerte estaban teniendo mis camaradas con las chicas locales. Parecía que esa noche no se lucirían, y tampoco mis amigas. Pero entonces veo que la chica a la que yo quería estaba coqueteando con un tipo pueblerino.
Estaba cansado de tanto moverme al ritmo de la música, tomé asiento y con una cerveza bien fría seguí observando aquél número, con el cuál me di cuenta de que ella estaba muy lejos de mí y que sería casi imposible hacer una realidad palpable mis realidades alternas con ella. Una de las tantas veces que me sucedía, una de las tantas veces que me acordaba del amor que le tenía. El porqué entraba en ese dilema es una historia que dejo de lado porque es demasido larga y compleja para este blog, pft. El caso es que me estaba odiando a mi mismo por amarla de esa manera, quería olvidarla, esta vez para siempre, yeaaah right!!. Olvidé su existencia solamente de ese momento hasta el despertar del día siguiente, donde no solo me aguardaba una cruda sino una lucha demasiado extraña y patética.
Con un dolor de cabeza como si me estubieran martillando en la cien y un sudor frío por la destilación de alcohol de mi cuerpo, trataba de recordar dónde estaba mientras abría los ojos y reconocía dónde habia despertado. Estoy en un cuarto compartido en una casa temporal. Entonces mi sentido del oído también despierta escuchando ronquidos y el crujir de las camas de mis amigos que dan vueltas en ellas como si estubieran teniendo pesadillas. Le toca a mi tacto ponerse en funcionamiento al levantarme del suelo (debí ser el último en llegar a dormir anoche porque todos los demás ganaron las camas) y darme cuenta que llevaba la ropa del antro puesta. Salgo del cuarto y camino por el pasillo hacia el único baño de la casa, me meto a la regadera y me doy un baño a conciencia. El contacto del agua con mi cuerpo me despierta el sentido del olfato, huelo a alcohol y a cigarro. Esos olores desagradables me provocan que pase saliva y mi sentido del gusto me pide agua, algo que sacié mi cruda. Abro la boca y dejo que el agua de la regadera me caiga para hacer gárgaras.
El agua me entra en los ojos y se me irritan, no puedo abrirlos, así de que simplemente extiendo el brazo y palpo en el tocador buscando el shampoo, lo tomo y me aplico una buena cantidad en el cabello. De pronto, como si fuera una punzada directa a todos mis sentidos, cuenta de que tomé el shampoo equivocado. Es demasiado tarde de nuevo para salir corriendo de ahí, una parte de su olor me hace recordarla, sentirla, verla, saborearla y escuchar su tierna voz diciendome al oido "¿Quién está usando el baño?". Eso último no lo imaginé, es ella, mi querida niña está despierta y toca a la puerta del baño. Le contesto como puedo, y me apresuro a terminar de bañarme. Salgo y apenas le digo entre dientes que el baño está libre, no quiero pensar en ella y para ello debo fingir que no existe lo más convincentemente posible.
Mientras estoy en el cuarto peinandome me doy cuenta que será un dia muy largo. El olor de su shampoo se quedó impregnado por completo, no hay rastros siquiera del olor a cigarro que suele ser tan impregnante en el cabello. No tengo que pensar en ella, la amo pero jamás estaré con ella, no tengo que pensar en ella, su amor me hace sufrir, no tengo que pensar en ella, no es sano alimentar un amor platónico, no tengo que pensar en ella. ¡Maldito olor desaparece! Uso mi desodorante en spray para rociarme el cabello, no funciona. Me voy a la cocina para oler el rico desayuno, pero de alguna manera mi cabello huele más que cualquier otra cosa. No tengo que pensar en ella, no tengo que... he perdido, me rindo por completo a mi mente y me elevo solo para caer en una profunda depresión que comienzo a llamar amor.
Me odio, la odio, odio ese olor. ¿Cómo es que terminé odiando ese olor, si antes lo amaba con todo mi ser? ¿Es porque la portadora sólo me alimentó con recuerdos tristes? Poco a poco esos recuerdo tristes se esfuman, ese olor tan penetrante los supera, tengo una sobredosis. Pierdo el apetito, me siento mareado, me tumbo en un mueble. No estoy en la puerta del cielo, estoy dentro. Lo compruebo. Ella huele como un ángel, así huelen los ángeles. Volteo la mirada ahi abajo en la tierra, y la veo acercarse a la sala rumbo a la cocina. Me aviento desde las nubes aun sabiendo que no llevo paracaídas puesto, caigo con un golpe seco y me incorporo. Ella nota mi prescencia, la volteo a ver a los ojos y la llamo. -"¿Qué pasó?", me contesta. Como si ya estubiera realmente muerto y sólo hiciere una visita corta desde el cielo, con total tranquilidad le respondo. -"Te amo." susurro pero con tono bastante audible. Ella me voltea a ver a los ojos, después comienza a dibujar una sonrisa en su rostro y cuando está sonriendo plenamente la mantiene así por un tiempo. Le regreso la sonrisa mientras ella me invita a desayunar a la cocina.
Me amo, la amo, amo ese olor. No me hago más preguntas. Nunca pude quitarme ese olor, jamás me la pude quitar de la cabeza ni intenté hacerlo. La verdad es que no estoy seguro de que eso haya sucedido, mientras escribía esto me encontraba divagando por culpa de otros olores que me recordaban a ella. Es increible lo poderoso que puede ser un simple olor.
Recuerdo el día que más amé, odié y amé un olor al mismo tiempo. Estaba de vacaciones compartiendo una casa temporal con un grupo de amigos y no sólo compartiamos las camas y los platos, también el baño. El baño es uno de los lugares donde más combinación de olores hay en una casa, podría ser solamente superado por la cocina. Pues resulta que entre esas amistades se encontraba uno de mis amores, de aquellos que uno sufre eternamente y no hay cura conocida, cuando mucho se logran calmar los malestares, pero con el tiempo regresan. Nos preparabamos para salir a conquistar la noche, bañandonos uno tras otro.
Gané el baño justo cuando ella salía fresca y radiante. El vapor del agua caliente todavia se encontraba en el ambiente, me abrió los poros de la nariz como una buena salsa picate lo hace. Me vi inundado en su olor, era imposible escapar de ahi, era demasiado tarde. Fue el baño más placentero que he tenido en mi vida, estaba drogado y cada que respiraba era como darle otra dosis a mi cuerpo. Mientras volaba por las nubes y llegaba a las puertas del cielo me di cuenta que asi debían oler los ángeles, era el olor perfecto.
Salí del baño, me terminé de arreglar y salimos todos a dejar huella en los antros locales. Dentro del antro donde tantísimos olores se reunuen olvidé el incidente del baño pronto y me dejé espacio para pensar en tomar alcohol solamente, mientras me desinhibía y me divertía voltee a mi alrededor para ver qué tanta suerte estaban teniendo mis camaradas con las chicas locales. Parecía que esa noche no se lucirían, y tampoco mis amigas. Pero entonces veo que la chica a la que yo quería estaba coqueteando con un tipo pueblerino.
Estaba cansado de tanto moverme al ritmo de la música, tomé asiento y con una cerveza bien fría seguí observando aquél número, con el cuál me di cuenta de que ella estaba muy lejos de mí y que sería casi imposible hacer una realidad palpable mis realidades alternas con ella. Una de las tantas veces que me sucedía, una de las tantas veces que me acordaba del amor que le tenía. El porqué entraba en ese dilema es una historia que dejo de lado porque es demasido larga y compleja para este blog, pft. El caso es que me estaba odiando a mi mismo por amarla de esa manera, quería olvidarla, esta vez para siempre, yeaaah right!!. Olvidé su existencia solamente de ese momento hasta el despertar del día siguiente, donde no solo me aguardaba una cruda sino una lucha demasiado extraña y patética.
Con un dolor de cabeza como si me estubieran martillando en la cien y un sudor frío por la destilación de alcohol de mi cuerpo, trataba de recordar dónde estaba mientras abría los ojos y reconocía dónde habia despertado. Estoy en un cuarto compartido en una casa temporal. Entonces mi sentido del oído también despierta escuchando ronquidos y el crujir de las camas de mis amigos que dan vueltas en ellas como si estubieran teniendo pesadillas. Le toca a mi tacto ponerse en funcionamiento al levantarme del suelo (debí ser el último en llegar a dormir anoche porque todos los demás ganaron las camas) y darme cuenta que llevaba la ropa del antro puesta. Salgo del cuarto y camino por el pasillo hacia el único baño de la casa, me meto a la regadera y me doy un baño a conciencia. El contacto del agua con mi cuerpo me despierta el sentido del olfato, huelo a alcohol y a cigarro. Esos olores desagradables me provocan que pase saliva y mi sentido del gusto me pide agua, algo que sacié mi cruda. Abro la boca y dejo que el agua de la regadera me caiga para hacer gárgaras.
El agua me entra en los ojos y se me irritan, no puedo abrirlos, así de que simplemente extiendo el brazo y palpo en el tocador buscando el shampoo, lo tomo y me aplico una buena cantidad en el cabello. De pronto, como si fuera una punzada directa a todos mis sentidos, cuenta de que tomé el shampoo equivocado. Es demasiado tarde de nuevo para salir corriendo de ahí, una parte de su olor me hace recordarla, sentirla, verla, saborearla y escuchar su tierna voz diciendome al oido "¿Quién está usando el baño?". Eso último no lo imaginé, es ella, mi querida niña está despierta y toca a la puerta del baño. Le contesto como puedo, y me apresuro a terminar de bañarme. Salgo y apenas le digo entre dientes que el baño está libre, no quiero pensar en ella y para ello debo fingir que no existe lo más convincentemente posible.
Mientras estoy en el cuarto peinandome me doy cuenta que será un dia muy largo. El olor de su shampoo se quedó impregnado por completo, no hay rastros siquiera del olor a cigarro que suele ser tan impregnante en el cabello. No tengo que pensar en ella, la amo pero jamás estaré con ella, no tengo que pensar en ella, su amor me hace sufrir, no tengo que pensar en ella, no es sano alimentar un amor platónico, no tengo que pensar en ella. ¡Maldito olor desaparece! Uso mi desodorante en spray para rociarme el cabello, no funciona. Me voy a la cocina para oler el rico desayuno, pero de alguna manera mi cabello huele más que cualquier otra cosa. No tengo que pensar en ella, no tengo que... he perdido, me rindo por completo a mi mente y me elevo solo para caer en una profunda depresión que comienzo a llamar amor.
Me odio, la odio, odio ese olor. ¿Cómo es que terminé odiando ese olor, si antes lo amaba con todo mi ser? ¿Es porque la portadora sólo me alimentó con recuerdos tristes? Poco a poco esos recuerdo tristes se esfuman, ese olor tan penetrante los supera, tengo una sobredosis. Pierdo el apetito, me siento mareado, me tumbo en un mueble. No estoy en la puerta del cielo, estoy dentro. Lo compruebo. Ella huele como un ángel, así huelen los ángeles. Volteo la mirada ahi abajo en la tierra, y la veo acercarse a la sala rumbo a la cocina. Me aviento desde las nubes aun sabiendo que no llevo paracaídas puesto, caigo con un golpe seco y me incorporo. Ella nota mi prescencia, la volteo a ver a los ojos y la llamo. -"¿Qué pasó?", me contesta. Como si ya estubiera realmente muerto y sólo hiciere una visita corta desde el cielo, con total tranquilidad le respondo. -"Te amo." susurro pero con tono bastante audible. Ella me voltea a ver a los ojos, después comienza a dibujar una sonrisa en su rostro y cuando está sonriendo plenamente la mantiene así por un tiempo. Le regreso la sonrisa mientras ella me invita a desayunar a la cocina.
Me amo, la amo, amo ese olor. No me hago más preguntas. Nunca pude quitarme ese olor, jamás me la pude quitar de la cabeza ni intenté hacerlo. La verdad es que no estoy seguro de que eso haya sucedido, mientras escribía esto me encontraba divagando por culpa de otros olores que me recordaban a ella. Es increible lo poderoso que puede ser un simple olor.
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